viernes, 30 de noviembre de 2012

El Hobbit: allá y de nuevo regresar

Esta publicación no tiene ningún ánimo ni objetivo de arruinarte la pronta llegada película, no voy a platicar ningún detalle de la obra. El Hobbit, a que pieza tan más encantadora, en mi opinión y para mi mismo, es un cuento bastante profundo, con toques épicos y de fantasía clásica; con troles, elfos, enanos y dragones, hasta el mago del sombrero puntiagudo. Pero el Hobbit, una personita de poco más de un metro de alto que vive en el lejano oeste en la comarca, lugar donde solo hay luz de día, pasto, cerveza y pipa, como el protagonista de una historia de una gran aventura desde su cómodo asiento en Bag End hasta la lejana y desolada montaña solitaria, pasando por túneles oscuros y montañas heladas, peleando con arañas y huargos, para llegar al exquisito final que conecta con la Real aventura y destino de la tierra media en el Señor de los anillos. El hoobit es, y desde antes que terminara de leerlo, uno de mis favoritos, dice mucho de mi mismo y de todas las personas, en un lenguaje bastante original y un paisaje mental asombroso. Recomiendo ampliamente leer y ver la película del Hobbit: un viaje inesperado.

The Hobbit Bilbo Baggins

La roca que quería ser conejo: Fábula


LA ROCA QUE QUERÍA SER CONEJO 
Original 

El conejo no siempre  fue conejo, de hecho el conejo no conocía el pasto ni el sol. Este era un conejo que cantaba, un conejo que gozaba
El conejo fue una roca y la roca se convirtió en conejo. La roca estaba cerca del pasto y bajo del sol, pero no los descubría. La roca no sentía, ni silbaba, ni quería ni disfrutaba. Solo era un gris trozo de tierra aglomerada
Esa roca pasó mil años en donde estaba, cumpliendo un propósito, ser una roca. Ser parte insignificante de algo grande, tan grande como lo es una pradera.
Un buen día una poderosa ráfaga de viento, acompañada de truenos, rayos y gotas enormes de agua, sacudió cada hoja de cada hierba y entre tanto alboroto logró mover un poco a la roca de la que les había platicado.
A la mañana siguiente, cuando recién amanecía la roca no era la misma, de alguna manera le gustó como esa ráfaga la hizo rodar esos cuantos centímetros, la roca se sentía en un lugar donde nunca había estado y eso le hizo sentir emoción,  parecida a la emoción, que me imagino, tuvo Edison cuando logró encender su primer foco; las rocas no suelen moverse de donde están puestas.
La roca había caído en cuenta de que los mil años anteriores habían sido en vano, que después de aquella ráfaga ya no sería la misma piedrita con la que alguna vez se tropezó la lagartija.
Sabía muy bien que era improbable que las ráfagas llegaran por si solas muy a menudo, se dio cuenta que tenía que moverse por sí misma, ¿Pero cómo demonios iba a rodar por si sola una roca? Las leyes de la física se oponen, el raciocinio se opone.
La roca no podía rodar, después de varios intentos se dio cuenta. Y fue cuando sintió las vibraciones en la tierra del trote de un par de alegres conejos
La roca no sabía cómo era un conejo, solo sabía que trotaban rápido por la pradera. Se preguntó, ¿Esos conejos siempre habrán sido conejos?  Yo quiero convertirme en conejo y poder trotar toda la pradera, dijo, poder saltar sobre la tierra y las demás rocas.
La roca descubrió que dentro de sí era un conejo y no la roca que había creído ser durante mil años. ¿Cómo paso de ser una roca a ser un conejo?, Al tener ese pensamiento le aparecieron unos oídos, ¿Para qué necesita la roca un par de largas orejas? 
Al caer la noche la roca empezó a escuchar unos graves murmullos acompañados de chillidos y el sonido que hace el viento sobre las hojas de los árboles más frondosos. De pronto se alcanzó a diferenciar un llamado –Oye, ¡orejón!- inmediatamente la roca sabía que a ella le llamaba, solo escuchó lo que proseguía.
El árbol, que también llevaba mil años en la pradera, solitario, se dio cuenta de cosas que la roca no, los árboles son muy altos en el cielo y bajo el suelo, están vivos y se dice que su tronco es una biblioteca de recuerdos. 
Veo que eres todo oídos, le dijo con un tono entre burlón y cariñoso. Te he mirado durante mil años bajo mi dosel y nunca pensé que te interesaría escuchar y a aprender, estoy feliz de que la ráfaga te haya servido para algo bueno. Te diré una cosa, yo soy un árbol sabio de mil años, tengo mucho conocimiento, sé cómo funciona la pradera, sé quiénes son buenos y malos, sin embargo, nunca quise moverme,  no de mucho sirve sentarte nada más a observar si no ayuda uno a las rocas como tú sobre lo que hay más allá, te recomiendo que camines, muévete por la pradera y escucha cosas nuevas que mi conocimiento no alcanza a comprender.
La roca entendió cada una de las palabras del árbol, recordó lo que era moverse, como ese viento logró moverla tres centímetros y llegó a su mente el recuerdo de la vibración de esos conejos alegres. El árbol le había hablado de todos los animales de la pradera y le dijo que los conejos tenían unas largas y fuertes patas, con las que trotaban. Todo embonaba, la roca ya sabía cuál era la solución, eran un par de piernas.
Como por arte de magia del trozo de piedra empezaron a emerger cuatro apéndices, dos patas y dos brazos, la roca ya tenía orejas y además podía trotar.
Inmediatamente la roca con patas y orejas empezó a saltar y empezó a sentir en la pradera y a escuchar toda la clase de cosas, se nutría cada vez más conforme conocía más de su entorno y de sí misma, de lo que podía lograr.
Pero para poder andar libre por la pradera no bastan un par de orejas y patas. La roca no lo sabía, ni el árbol. Un tejón, fuerte y malo se percató de la ufanidad de la piedra que ya se creía conejo, y siguió a la roca. La roca  no miraba ni olía, no se daba cuenta de nada más que de lo que escuchaba, y uno nunca escucha los planes que alguien más hace para hacerte daño. El tejón empezó  a hacer tropezar a la roca, le ponía ramas, escarbaba hoyos para que ahí cayera, al tejón no le importaba hacerle daño a la roca.
La roca después de varias caídas se detuvo a pensar, no creo que sea casualidad que me esté tropezando tanto, o cayéndome en esos hoyos. Pero, ¿Cómo alguien puede estar jugando a eso si no me habla?, no creo. Al decir esto y cuando se disponía a dar el próximo salto, el tejón toma a la roca de las orejas. ¡Ah! Veo que eres una ingenua roca andante con orejas-dijo el tejón que después prosiguió a reírse. La roca no podía decir nada, estaba confundida, no sabía qué le estaba tomando de las orejas. Te daré un par de pistas, dijo el tejón, soy algo que uno nunca quiere que se le aparezca, me alimento de otros más ingenuos y débiles que yo y no me importan los demás. La roca seguía confundida, y el tejón seguía diciéndole: eres una simple roca con orejas, no sirves, te vas a quedar trotando sin sentido sin poder evadir a lo que te desea dañarte, como yo. La roca se percató de la pieza final del acertijo “evadir” , y se dijo a sí misma casi al instante ¡Es algo malo! No sé lo que es pero me estorba.
Cerca de las orejas, unos centímetros por debajo le empezaron a crecer unos ojos y más abajo una nariz, esos dos órganos sirven a uno para tener cuidado de no caer y oler cuando algo malo acecha. ¡Es un tejón! La roca se llenó de miedo, porque el árbol le dijo que los tejones se comen todo sin dejar rastro, acaban con los conejos libres, el tejón es un animal poderoso y envidioso que no le gusta la libertad de los conejos.
¡Es más delicioso cuando los conejos saben que el tejón se los comerá!, dijo el tejón rabiando de hambre y viendo a la roca con ojos malvados. No eres un conejo todavía pero supongo que no has de saber tan mal. El tejón por tal deseo carnívoro bajó la guardia y fue cuando un camaleón encajó sus filosos picos en el trasero del tejón para que soltara las orejas de la roca, al hacerlo el camaleón le dijo al conejo, huye amigo corre, y después se enterró. Mientras la roca huía el tejón buscaba al camaleón para castigarlo.
Después de tanto trotar la roca se cansó y se tiró al suelo, triste, ya conocía la otra cara de la moneda, uno no puede ser libre tan fácilmente dentro de la pradera, ya se pueden percibir otras cosas. Estoy cansando dijo, nunca antes me había cansado. De repente una campamocha vieja saltó desde una hoja. Se le quedó viendo a la roca tirada en el suelo, con las patas y las orejas débiles. Qué raro, dijo, esta roca parece un conejo, pero algo le falta, tiene sus orejas, sus patas para trotar, sus ojos y su olfato, pero no su boca. Un conejo sin boca ni dientes no es conejo, no puede alimentarse y nutrirse,  un conejo que solo escucha y mira no tiene lo suficiente, es una roca. Extrañamente a la roca ya no le gustaba ser lo que fue durante mil años, algo me falta dijo, algo que me ayude a seguir adelante a pesar del cansancio, como dijo la vieja campamocha, nutrirme. Entonces le apareció una boca y un par de enormes dientes, la campamocha estaba enfrente, y sus grandes ojos se hicieron más grandes y aun más cuando la roca la dijo, ¿Qué tengo que hacer? La campamocha, que había visto muchas cosas, no se asombró que una roca que parecía conejo le estuviera hablando, y le contestó. Nútrete, nútrete con sabiduría, elige bien las hierbas que vas a comer y así crecerás más y mejor.
La roca entonces supo que tenía que alimentarse de hierbas, pero ¿De cuáles? En una pradera hay quinientas hierbas diferentes. Estaba confundida y como ya podía hablar, regresó con el árbol y le dijo, ¿Árbol? ¡ÁAAAARBOOOL! Y  el árbol despertó, oh pero si es la pequeña roca que quiere ser conejo, ya mira, huele y habla. Tengo una pregunta árbol, no sé qué hierba comer para nutrirme. Muy fácil, le dijo el árbol, come de la hierba que más te llame la atención, ten cuidado de no comer demasiado de una sola porque te la acabarás de la pradera, y si una que se ve bien en realidad no lo es, no la vuelvas a comer, ahora déjame comer a mí, y el árbol siguió fotosintetizando.
El conejo empezó a comerse las hierbas que más le gustaban, unas eran muy buenas, otras no tanto y fue diferenciando, conociendo cada una, a mezclarlas entre sí hasta que era todo un conocedor de las hierbas de la pradera. Todas esas hierbas le enseñaron al conejo a aprender y a sentir. Se sentía bien, había descubierto lo que es estar vivo, libre. Tener la libertad de andar por la pradera conociendo y nutriéndose de las hierbas, estar cauteloso de los enemigos, tener empatía con los buenos como el árbol, el camaleón y la campamocha y lo más importante que había descubierto tras todo eso. Sentir. La roca aprendió muchas cosas al escuchar, ver, oler, observar, comer, nutrirse con las hierbas de la sabiduría y logró sentir. Cuando uno logra sentir se vuelve único, uno nunca siente igual que otro, un conejo libre es capaz de pensar, como enseña la vida y sus personajes;  y a sentir como uno mismo descubre a hacerlo. Sentir y pensar bien hace a uno dejar de ser la roca insignificante en medio de la pradera para convertirse en un hábil y sabio conejo.
Fue entonces que a la roca le apareció el corazón y se convirtió en conejo.

FIN

viernes, 2 de noviembre de 2012

Canción del día: Surfer calavera


Siguiendo con la onda calavérica del día de muertos, comparto esta tremenda canción de los Cadillacs. No se puede dejar de pensar en ella cuando uno se imagina una calavera.

Siento una perturbación en la fuerza


Todo lo que hay que saber acerca de la Catrina

¿Cuál es el origen de la famosa Catrina? esta calavera no siempre se llamó catrina, cuando Jose Guadalupe Posada por primera vez la pintaba, la calavera garbancera esta se llamaba. Como un retrato dibujado del  mexicano oriundo que viviendo del garbanzo decía ser del viejo mundo.


No fue hasta que Diego Rivera llevaba como pareja a esta calavera en el famoso mural de Domingo en la Alameda. Catrina era la caricatura de la sociedad de altura que en el pueblo mexicano vivía durante el Porfiriato. ..."en los huesos pero con sombrero francés con sus plumas de avestruz".


Hoy en día entre los mexicanos la Catrina es reconocida por sus pintorescos atuendos y su elegante porte. Es un icono de la importante efeméride del dos de noviembre. La catrina se encuentra pintada, esculpida, en forma de dulces calaveritas, escrita en divertidos versos y hasta las personas se disfrazan de la Catrina y su Catrin acompañante. 



Scolopendra heros arizonensis

Empezando el mes de Noviembre con la segunda temporada de mi Blog, la especie de esta semana es el ciempiés gigante de Sonora, Scolopendra heros arizonensis. De entre todos los ciempiés del mundo, éste es el más grande ya que se tienen registrados individuos de hasta 38cm de largo, más que el ciempiés gigante de Brasil.


Foto de http://flickriver.com/photos/tags/scolopendraherosarizonensis/interesting/